lunes, 23 de abril de 2012

Cien años de soledad.



Cien años de soledad
Hace ya muchos años, un hombre solitario y un tanto amargado decidió salir a dar una vuelta a su parque favorito. Digo hombre, pero se podría decir joven, de unos veinticinco años. Aquel día, aunque él aún no lo supiera cambiaría su vida, pude que de una buena forma o no tan buena, pero claramente cierta persona que conocería lo cambiaría todo.
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buen Día había que recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos". (Garcí M., 1999:II)

El coronel, solía ponerse a recordar datos del pasado cuando se sentía solo. Aún recordaba aquel día en el parque cuando conoció a esa bella mujer que estaba sentada en el banco leyendo un libro de poesías. Él, en su habitual paseo, al verla, tuvo que parar, porque le llamo mucho la atención, aunque no sabía exactamente por que. Después de mirar el libro que leía, se sentó a su lado y le dijo: Precioso libro, siempre que necesito relajarme lo releo y lo veo todo mejor.

Allí empezó una relación que le dejaría marcado para toda la vida. Como también el día que su padre le llevó a conocer al hielo. Su padre era todo un personaje, siempre conocido allá a donde iba, tanto por su imaginación como por según que cosas hacía.


Definitivamente, el coronel Aureliano había tenido una larga vida, o por lo menos para él sus años de soledad habían sido eternos. Desde que su mujer, a la que tanto quería y con la que tan solo pudo vivir tres años, después de conocerla ese soleado día en aquel banco del parque, murió trágicamente dejándolo solo en el mundo, y sin esperanza ya que él estaba locamente enamorado de ella. Después de aquel terrible suceso, su trabajo como coronel era lo único que tenía y la soldad fue su acompañante para esos años, por eso, en su lecho de muerte siempre recordaría lo que le dijo su padre José Arcadio Buen Día: Hijo, desde que tu madre me dejó, esta vida mía se me ha hecho eterna, por eso, mi único consejo para tu futuro es que busques una mujer a la que quieras y que la cuides más que a cualquier cosa, para que no tengas que, como yo, vivir estos terribles cien años de soledad.